Al abordar la violencia sexual, las conversaciones suelen centrarse en dos figuras: la persona que cometió la agresión y la persona que la sufrió. Expresiones cotidianas como, “eso se lo buscó por vestirse así” o “las personas que hacen eso son unos monstruos”, no sólo culpabilizan a quiénes sobreviven la agresión y excusan a quiénes las cometen, sino revelan algo más profundo, el origen social de la violencia.
Estas frases están arraigadas en normas sociales patriarcales; es decir, en reglas no escritas que organizan nuestros comportamientos, nuestra forma de pensar y nuestras relaciones de acuerdo con una jerarquía basada en la percepción social de que debería ser una mujer o un hombre. Y el poder de las normas sociales es, justamente, que actúan de forma silenciosa, justificando, invisibilizando y permitiendo la repetición de conductas que generan daños en otras personas.
¿Y eso que tiene que ver conmigo? Si no he sido víctima, ni he perpetrado situaciones de violencia sexual…
La prevención de la violencia sexual es un asunto que nos compete a todas las personas. La investigación sobre programas de prevención de violencia sexual en diferentes contextos, como en el militar (1) o educativo (2), develan cómo el cuestionamiento y la transformación de las normas sociales patriarcales desencadenan tres cambios fundamentales:
- La capacidad de identificar que la violencia sexual es un problema.
- El reconocimiento de que, además de las dos figuras clave, víctima y agresor, hay espectadores dentro del entorno en el que ocurre la situación.
- La posibilidad de adquirir herramientas para intervenir de manera segura y prevenir la ocurrencia de violencia sexual.
A esta perspectiva se le denomina el enfoque basado en espectadores y tiene como objetivo que las personas comprendan que pueden tener un rol activo, e incluso determinante, en las situaciones más comunes en las que se perpetra violencia sexual como, por ejemplo, una fiesta o encuentro entre varias personas. Como consecuencia, el trabajo en la desmitificación de la violencia y la comprensión de qué es violencia sexual es un catalizador de cambios significativos en nuestros entornos.
Así las cosas, desde Jacarandas, hemos venido trabajando en la implementación de talleres sobre violencia basada en género en diferentes entornos educativos. Para nosotras, la prevención de la violencia sexual trasciende la dicotomía de agresor y víctima, invitándonos a reconocer el papel crucial de las normas sociales patriarcales y la responsabilidad colectiva. ¿Te gustaría saber más? Escríbenos a la Línea Jacarandas para continuar trabajando juntas en la transformación del mundo con justicia de género.