Voces que unen: un viaje por las apuestas de planificación familiar en Colombia

Un viaje por Cali, Guapi, Aracataca, Santa Marta y Riohacha permitió descubrir que la planificación familiar en Colombia no se reduce a anticonceptivos: es cultura, es derecho y es autonomía. Desde salas de parto interculturales hasta bicicletas que llevan educación sexual a rancherías, mujeres de distintos territorios lideran apuestas donde se entrelazan saberes ancestrales y medicina moderna para garantizar vidas dignas y libres de violencias.

Salud
Sexualidad
Aborto
9/9/2025
Laura Gutiérrez

Cuando hablamos de planificación familiar, solemos quedarnos en una definición técnica. La OMS la describe como la capacidad de las personas y parejas para anticipar y lograr el número de hijos que desean, mediante métodos anticonceptivos seguros y accesibles servicios de salud reproductiva. Pero la planificación familiar es mucho más que eso: es un derecho humano, es autonomía sexual y reproductiva; es reducción de muertes maternas e infantiles; es igualdad de género y desarrollo social. Es decidir sobre nuestros cuerpos, nuestra sexualidad y nuestro proyecto de vida.

Este año, Colombia será la sede de la Conferencia Internacional sobre Planificación Familiar (ICFP), el evento global más relevante del tema. Una travesía por Cali, Guapi, Aracataca, Santa Marta y Riohacha permitió comprobar que la elección del país no fue arbitraria: en cada territorio hay tanto desafíos como soluciones. Aquí, la planificación familiar se articula con saberes ancestrales, prácticas médicas y pedagogías comunitarias, con mujeres a la cabeza de estas transformaciones.

La ruta fue organizada por Family Planning News Network, que convocó a ocho periodistas de Venezuela, Ecuador, Perú, Argentina, Londres y Colombia para explorar apuestas territoriales en salud sexual y reproductiva (SDSR), liderazgo juvenil, equidad indígena y afrocolombiana, y migración. Jacarandas fue parte de esta travesía que fue más acto de escucha que simple reporteo.

Cali: partos interculturales en el corazón urbano

En Cali, la IPS Siloé inauguró recientemente la primera sala de parto intercultural de la ciudad, un espacio pensado para que mujeres de comunidades indígenas y afrodescendientes puedan parir según sus costumbres. Allí, el parto se acompaña con música, aromaterapia, telares que sirven de apoyo y posiciones como estar sentada o de cuclillas, en lugar de la clásica camilla horizontal. Todo esto se lleva a cabo dentro de una unidad obstétrica con respaldo quirúrgico, anestesia, ginecología y atención psicosocial, lo que garantiza un equilibrio entre respeto ancestral y seguridad clínica.

Habitar ese lugar fue entender que la cultura y la medicina pueden ir de la mano. Al cruzar ese umbral, uno no solo encuentra tecnología médica; encuentra una apuesta política por el parto como un proceso digno, comunitario y respetuoso que honra raíces culturales sin renunciar a la calidad clínica. En ese cruce —entre tradición y ciencia— está, silenciosa pero poderosa, la fuerza del cuidado feminista.

Guapi: el Río de la Crianza y partería colectiva

Guapi, en el Pacífico caucano, rozando el río Guapi y el Océano Pacífico, es un pueblo de cerca de 30 000 habitantes rodeado de manglares, selva y cultura afrocolombiana viva y resistente. Aquí conocimos “El Río de la Crianza: de las aguas bravas a las aguas mansas”, una iniciativa que utiliza la analogía del río para ofrecer herramientas de prevención de violencias en la infancia: como esa corriente que arrastra sin piedad deja huellas en el cuerpo y el corazón, la violencia también marca desde lo más profundo.

Para las guapireñas, el río es madre, camino, alimento y consuelo. Reconocer cómo transcurre —entre aguas turbulentas, inquietas y mansitas— ayuda a identificar ciclos de violencia: desde la irrupción (aguas bravas) hasta la calma restauradora (aguas mansas). Tras esta experiencia, hablamos con más de 30 parteras afrocolombianas. Una de ellas contó que tuvo su última hija sola.

Para ellas, reconocer y fusionar herramientas médicas con saberes ancestrales, y fortalecer el cuidado y el autocuidado, ha sido decisivo. En sus manos, la partería es una resistencia cultural, una forma de asegurar autonomía, tradición y una política feminista del cuidado.

Aracataca: adolescentes que transforman el futuro

Aracataca es más que el lugar de nacimiento de Gabriel García Márquez: es hoy la tierra donde la juventud reescribió su historia. El Proyecto Valiente de Profamilia, con una articulación entre adolescentes, colegios, profesoras y familias, logró que algunas instituciones educativas reportaran cero casos de embarazo adolescente.

En cifras, la tasa pasó del 29,9 % en 2022 al 15,3 % en 2024 (Profamilia) ¿Cómo sucedió? A través de una pedagogía hecha por ellas mismas: diseñaban proyectos, talleres y dinámicas para sus pares, institucionalmente se integró la Educación Sexual Integral (ESI) y se realizaron talleres con madres y padres, generando una apuesta colectiva que trascendió el aula y llegó al pueblo entero.

En Aracataca entendimos que la planificación familiar crece cuando la comunidad se teje desde abajo, cuando las jóvenes que vivieron este proceso pueden decir: “esto nos sirve, lo decidimos nosotras”.

Riohacha: bicicletear para el autocuidado en la Guajira

La Guajira es una región diversa y desafiante: el 46,1 % de su población es indígena, y este año se han reportado 849 casos de violencia basada en género. En ese contexto, nació Biciempoderadas, una iniciativa de IPPF Colombia que convierte la bicicleta en herramienta de autoprotección. Lideresas wayuu fueron capacitadas no solo para pedalear por caminos difíciles, sino también en derechos sexuales y reproductivos y prevención de violencias de género. Ahora recorren rancherías llevando información, acompañamiento y esperanza sobre ruedas.

Ese paisaje de mujeres wayuu surcando el desierto en bicicleta, contando historias y compartiendo saberes, resume un acto político de cuidado colectivo y movilización. En territorios donde el acceso es lento y desigual, la bicicleta se transforma en símbolo de libertad y dignidad.

El sincretismo como horizonte común

Lo que une estas apuestas es un sincretismo profundo: combinan saberes ancestrales, prácticas culturales y conocimiento científico; dibujan una salud sexual y reproductiva que es colectiva, situada y feminista. También tienen algo más en común: todas son iniciativas lideradas por mujeres. Mujeres que paren, acompañan, enseñan, pedalean, escuchan, organizan. Mujeres que construyen autonomía en lugares donde esa palabra ha sido negada demasiadas veces.

Lo que nos deja el viaje

Cada territorio mostró que hablar de planificación familiar no es solo hablar de métodos anticonceptivos o clínicas: es hablar de cultura, de historia, de dignidad. En Cali, desde hospitales urbanos y urbanos; en Guapi, desde la sabiduría del río y la partería; en Aracataca, desde la voluntad juvenil que transformó cifras en oportunidades; en la Guajira, desde bicicletas que salvan vidas.

El hashtag de la beca fue #VocesQueUnen y no pudo ser más certero. Voces diversas que se hermanan por el derecho a decidir, por el futuro, por la autonomía.

Colombia será sede del ICFP, sí. Pero este viaje demostró que antes de que el mundo llegue con sus congresos y sus discursos, aquí ya hay mujeres, comunidades y colectivas sembrando ese futuro desde hace tiempo.

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